Historia de Adamuz
La Prehistoria en Adamuz
Los datos con que contamos para reconstruir la Prehistoria de Adamuz no son muchos, más que nada por falta de investigación en la zona. De todos modos, los trabajos científicos en esta localidad no han hecho más que comenzar, y en un futuro próximo se podrá tener una visión más completa. Así y todo, se pueden distinguir dos zonas geográficas de ocupación humana: las terrazas del río Guadalquivir y el sector montañoso del interior. Al contrario de lo que sucede en algunos otros lugares, no encontramos aquí que la distinta situación de los yacimientos responda a momentos culturales específicos.
De todos modos, los trabajos científicos en esta localidad no han hecho más que comenzar, y en un futuro próximo se podrá tener una visión más completa. Así y todo, se pueden distinguir dos zonas geográficas de ocupación humana: las terrazas del río Guadalquivir y el sector montañoso del interior. Al contrario de lo que sucede en algunos otros lugares, no encontramos aquí que la distinta situación de los yacimientos responda a momentos culturales específicos.
Es cierto que en el Paleolítico Medio, la industria que elaboró el hombre de Neandertal hace unos 30.000 años, solo aparece, de momento, en las terrazas fluviales, mientras que las manifestaciones del comienzo de la Edad de los Metales, que tuvo lugar hacia el 6.000 a. JC., se hallan tanto en el interior como en las orillas del Guadalquivir.
En términos generales, podemos decir que, tal y como se conoce la Prehistoria de Adamuz en la actualidad, esta arranca del Paleolítico Medio, si bien los materiales de esta adjudicación, algunas herramientas de sílex, son muy pocos. Las siguientes etapas del Paleolítico están ausentes por ahora, si bien ciertas piezas, procedentes de hallazgos superficiales y, consecuentemente, sin contexto fiable, pueden hacer pensar en la existencia de industrias de tránsito del Paleolítico Superior al Neolítico, el Epipaleolítico, que tuvo su desarrollo hace unos 10.000 años en la zona de Algallarín.
Las primeras señales de la presencia de gentes neolíticas, cultivadores y pastores, fabricantes de la característica cerámica a la almagra tan típica de Andalucía, en un momento que podemos situar entre el 4.500 y el 3.500 a. JC, han quedado en las tierras interiores, en la Cueva del Cañaveralejo, que fue habitada también, siglos mas tarde, por gentes del Calcolítico, la fase inicial de la Edad de los Metales.
Evidencias de estos grupos calcolíticos tenemos, además, en el mismo Algallarín, así como en el Cerro del Ermitaño, al nordeste de Adamuz, donde aparecen algunas hachas de piedra pulida y cerámicas características de ese momento de la Prehistoria.
La Edad Media en Adamuz
Aunque existen testimonios de la presencia humana en las épocas visigoda (epitafios y ladrillos con simbología cristiana) y musulmana (restos del Membrillar y molinos del río Matapuercas), la escasez de noticias es lo mas destacado de la historia medieval de Adamuz. Tan solo la Baja Edad Media (siglos XIII-XV) se conoce mejor, al igual que en otras localidades cordobesas, gracias a la documentación catalogada por M. Nieto Cumplido en el Corpus Medievale Cordubense.
Sus tierras desempeñaron durante muchos años el papel de posada de descanso en el camino de Córdoba a Toledo. En la época musulmana -a la que debe su nombre Adamuz- pertenecían administrativamente a la Cora cordobesa, encontrándose en ellas Armilat, la posada más cercana a Córdoba, donde murieron los hijos de Almanzor (1008 y 1009). Frente a ella estaba el monasterio cristiano de San Zoilo Armilatense. Este camino, abandonado desde el siglo XII, volverá a utilizarse en época cristiana, localizándose en Adamuz varias ventas Francas de las concedidas a la ciudad de Córdoba por Enrique III en 1394.
Los primeros datos bajo medievales, ya que no conocemos la fecha de su reconquista, se refieren a su iglesia (1264 y 1272), cuyos límites se fijaron en 1288. Pertenecía al arcedianato de Pedroche, siendo uno de los primeros templos góticos de la provincia. En 1394 Clemente VII confirma, a petición de Enrique III y de la reina doña Catalina, la fundación del convento de San Francisco del Monte, establecido a iniciativa de Martín Fernández de Andujar, vecino de Córdoba.
Adamuz perteneció como tierra realenga al consejo de Córdoba. Sin embargo, durante unos días (26 mayo-5 junio de 1469), su villa y castillo fueron dados en señorío con 300 vasallos por Enrique IV -en guerra civil con el infante don Alfonso- a don Diego Fernández de Córdoba, II conde de Cabra. Los límites de su concejo dieron lugar a pleitos con Algallarín (1442), Pedroche (1477) y Córdoba (1492). Su población, que aumentó en la segunda mitad del siglo XV, era de 372 vecinos en 1530.
En su villa, donde tenían propiedades los señores de El Carpio, hubo algunos disturbios provocados por el levantamiento anticonverso (1473) y por sus propios vecinos (1490). De este año es la orden de los Reyes Católicos para celebrar en Adamuz la junta general de la Hermandad. En su territorio, que producía a fines del siglo XV cereal, vino y aceite, se encontraba Algallarín. Este lugar, que tenía castillo, términos propios e iglesia (delimitada desde 1272), pertenecía al jurado cordobés Gonzalo Ruiz de Maricabrera, permitiéndole Juan II adehesarlo en 1441.
La Edad Moderna en Adamuz
Se inicia la Edad Moderna con jurisdicción de realengo, vinculada a la ciudad de Córdoba, pero en 1566 Felipe II vendió la villa y su término a Luis Méndez de Haro y Sotomayor, marques de el Carpio, cuyo escudo de armas es el que actualmente utiliza como sello municipal el Ayuntamiento. El valor de la venta fue el equivalente al importe de la renta del almojarifazgo de la villa, 16.000 maravedíes, quedando de esta manera vinculada la villa de Adamuz al marquesado de El Carpio hasta el siglo XIX.
La situación privilegiada en que esta situada la villa, en el camino hacia Madrid, llamado de la Plata, hace que la vida cotidiana no sea monótona. La peste de finales del siglo XVI diezmo la población y no hubo una recuperación demográfica hasta doscientos años después, reedificándose el pueblo, que fue configurando la ubicación actual, a la vez que quedaba una parte despoblado.
Fue visitado por Felipe IV. En torno al camino proliferaban las ventas y en la población existían bastantes mesones; aún hoy tiene una calle ese nombre, mostrando así la importancia del tráfico y su repercusión en el pueblo. La vista de sus gentes se centraba en torno a la agricultura, siendo en general buenos los rendimientos de los cultivos; Al ser zona de sierra, el sistema de rozas y quemas era el más usado para la siembra. Las casas, que aun muestran ostentosos dinteles con grabados en la piedra, indican la prosperidad de sus moradores.
La Edad Contemporánea en Adamuz
El impacto que la invasión napoleónica tuvo a nivel nacional no paso desapercibido en el acontecer cotidiano del pueblo de Adamuz, cuyos habitantes nutrieron con generosidad las numerosas partidas guerrilleras que proliferaron en la Sierra de Córdoba.
Superada la dura prueba de la Guerra de la Independencia, en cuyos anales quedaron inscritos los nombres de hijos del pueblo como Mateo Vázquez y Mateo Gomes, guerrilleros ejecutados en 1811 en la capital cordobesa, los grandes jalones de la contemporaneidad española dejaron su huella en la existencia colectiva de los adamuceños. Episodios como la desamortización de los predios del monasterio de San Francisco del Monte, las sucesivas apropiaciones de dehesas comunales y -La Serrezuela- por parte de los poderosos, los asaltos de bandoleros en la cuesta de la Palanca o las luchas de conservadores y liberales por el control del poder local, constituyeron algunos de los hitos más importantes de la crónica decimonónica de Adamuz.